Entre los síntomas habituales está la rutina, la dificultad de encontrar actividades comunes, la educación de los hijos, problemas de convivencia.
Estos aspectos constituyen al fin y al cabo un conjunto de síntomas que la mayoría de las veces responden a otros problemas subyacentes como: dificultades de comunicación, falta de confianza o expectativas negativas sobre la pareja. Para este tipo de terapia de pareja es preciso realizar una valoración del caso, y diseñar un tratamiento específico con objetivos concretos ajustados a las necesidades de cada pareja.